Coronavirus
y peste negra. Algunas analogías
Necesitamos
de las analogías para comprender lo nuevo, lo desesctructurante. Por eso en
estos días hemos escuchado tanto acerca
de la peste negra, porque las analogías nos permiten, además, encontrar sentidos.
La peste
negra o peste bubónica se originó en Crimea,
más precisamente en la ciudad de Feodosia, por aquel entonces llamada Caffa
(vale la pena ir a google maps siguiendo el link, mirar el Mar Negro y, al
norte, Crimea) y desde allí fue llevada por comerciantes genoveses (ahora buscá
vos Génova en google maps) hasta Constantinopla, hoy Estambul,
y luego a Italia.
Esta
epidemia explotó en la primavera de 1348, entre junio y setiembre. ¿Lo notás? El
mundo ya se había comenzado a globalizar antes de que América entrara incluso
en los globos terráqueos. Esto lo ilustra muy bien el globo de Martin Behaim,
construido 1492: el mismo año en que se inició la conquista europea de nuestro
continente. Es probable que no haya recibido la información del “nuevo”
continente antes de concluir su globo o que no diera crédito a las habladurías
de comerciantes, marinos y cartógrafos. La comunicación, por cierto, no era ni instantánea
ni en tiempo real.
Coronavirus
y peste negra. Algunas analogías
Necesitamos
de las analogías para comprender lo nuevo, lo desesctructurante. Por eso en
estos días hemos escuchado tanto acerca
de la peste negra, porque las analogías nos permiten, además, encontrar sentidos.
La peste
negra o peste bubónica se originó en Crimea,
más precisamente en la ciudad de Feodosia, por aquel entonces llamada Caffa
(vale la pena ir a google maps siguiendo el link, mirar el Mar Negro y, al
norte, Crimea) y desde allí fue llevada por comerciantes genoveses (ahora buscá
vos Génova en google maps) hasta Constantinopla, hoy Estambul,
y luego a Italia.
Esta
epidemia explotó en la primavera de 1348, entre junio y setiembre. ¿Lo notás? El
mundo ya se había comenzado a globalizar antes de que América entrara incluso
en los globos terráqueos. Esto lo ilustra muy bien el globo de Martin Behaim,
construido 1492: el mismo año en que se inició la conquista europea de nuestro
continente. Es probable que no haya recibido la información del “nuevo”
continente antes de concluir su globo o que no diera crédito a las habladurías
de comerciantes, marinos y cartógrafos. La comunicación, por cierto, no era ni instantánea
ni en tiempo real.
Al oeste de Europa y África se extiende el océano, que vemos en color negro.
Globo terráqueo de Martin Behaim. Museo nacional
Germánico, Nuremberg, Alemania. © Ana M Infeld
Puerta y muralla de
Rotheburg ob der Tauber, ciudad alemana que sufrió la peste negra. © Ana M Infeld
“La muerte del molinero dejaba el trigo sin que nadie lo moliera”
Así lo
afirma el historiador Norman Pounds. Es que la peste negra mató a dos tercios
de la población europea porque no tenía defensas contra el bacilo causante, y
en cada brote no quedaban muchos sobrevivientes, ni molineros, ni mujeres, ni
monjes, ni señores feudales, ni campesinos, ni campesinas. Hubo hambrunas, carestía
y acaparamiento de víveres y otros artículos por parte de los más acomodados.
Sí, ya en la edad media. Seguramente por pánico, como lo vemos hoy en farmacias
y supermercados. Tal vez no sea solo egoísmo, sino miedo al hambre, miedo a la
muerte, miedo a los contagios. Miedos atávicos.
Giovanni di Paolo representó a la muerte
como un horrible monstruo que lanza flechas.
Giovanni di Paolo. Libro de cuentas de
Siena, 1437.
En: George Duby,
Año Mil, año 2000. La huella de nuestros miedos. Ed. Andés Bello, Barcelona,
1995.
No sabían
qué hacer con los cuerpos sin vida que se iban acumulando, con ganglios
inflamados y ennegrecidos en cuello, ingle y axilas. De paso, una aclaración: de allí el nombre
de peste negra. ¿Y por qué bubónica? Porque a esos ganglios se les llamaba bubones. La
medicina había avanzado lo suficiente como para saber que a través del aire se
propagaban los miasmas, por eso quemaban hierbas aromáticas en las calles o
recurrían al fuego purificador encendiendo fogatas, pero fueron acciones
inútiles. Ocurre que no había avanzado lo suficiente como para darse cuenta de
la necesidad combatir las pulgas que diseminaban la enfermedad. Ni que la
limpieza era fundamental tanto de las personas como de los animales, ni qué
hablar de la presencia de ratas que, con sus pulgas, eran ágiles agentes de
propagación.
Palpación de bubones en cuello de persona enferma.
Museo Nacional de Praga.
Los avances en prevención de contagios llevaron su tiempo. Incluso el intento de proteger a
los médicos con las máscaras picudas llegó recién en el siglo XVII y se los comenzó a llamar Doctores
de la peste. El lavado de manos, recién en siglo XIX. Google ha hecho un
interesante doodle en
estos días sobre el médico Ignác Fülöp Semmelweis, quien en 2015 había tenido
un reconocimiento por parte de la OMS (Organización Mundial de la Salud).
Distanciamientos y reencuentros
Hubo brotes cada cinco años, hasta bien entrado el siglo XV y, algo más espaciados por algunos siglos más. Cuando aparecían, en esos ciclos de cinco años, nos cuenta el historiador George Duby, los archivos de los notarios se llenaban de testamentos. Y cuando retrocedían, de actas de matrimonio. Por eso afirma que, en cada intermedio, la vida recuperaba su belleza. Retomando la analogía, algo así como ocurre hoy que en Italia o España y en la misma Argentina que vemos a las personas buscándonos en los balcones. En el final del medioevo, cuando la vida florecía, se buscaban debajo de las sábanas. Hoy también : ).
Hubo brotes cada cinco años, hasta bien entrado el siglo XV y, algo más espaciados por algunos siglos más. Cuando aparecían, en esos ciclos de cinco años, nos cuenta el historiador George Duby, los archivos de los notarios se llenaban de testamentos. Y cuando retrocedían, de actas de matrimonio. Por eso afirma que, en cada intermedio, la vida recuperaba su belleza. Retomando la analogía, algo así como ocurre hoy que en Italia o España y en la misma Argentina que vemos a las personas buscándonos en los balcones. En el final del medioevo, cuando la vida florecía, se buscaban debajo de las sábanas. Hoy también : ).
Los concejos municipales de la época daban sus recomendaciones que, mayormente, eran disposiciones para encerrarse tras las murallas y prohibir el ingreso de extranjeros. Más sencillo de controlar por entonces, porque para ingresar a una ciudad debía accederse por alguna puerta, férreamente controlada. Pero las ratas y las pulgas las atravesaban, diríamos, muertas –o vivas- de risa. De modo que el distanciamiento entre el mundo rural y el urbano, entre los extranjeros y los locales, era más bien una ilusión.
El impacto de la muerte
Dos tercios de la población muerta. Dicho al revés, sólo un tercio quedó viva. El impacto económico fue muy fuerte, aunque hubo una interesante recuperación que, por ahora, no analizaremos. Pero el impacto emocional fue desvastador. Algo más de doscientos años después del primer y virulento brote de la peste, Pieter Brueghel el Viejo, pintó “El triunfo de la muerte”. Así de profundo caló la parca.
Dos tercios de la población muerta. Dicho al revés, sólo un tercio quedó viva. El impacto económico fue muy fuerte, aunque hubo una interesante recuperación que, por ahora, no analizaremos. Pero el impacto emocional fue desvastador. Algo más de doscientos años después del primer y virulento brote de la peste, Pieter Brueghel el Viejo, pintó “El triunfo de la muerte”. Así de profundo caló la parca.
Pieter Bruegel el Viejo. El triunfo de la muerte. Museo del Prado.
Para profundizar el análisis el Museo del Prado, donde se exhibe la obra, nos ofrece un breve e interesante texto sobre El
triunfo de la muerte. Y en el video que sigue, en cuatro minutos, un excelente bocadillo audiovisual.
Si al ir
leyendo, mirando mapas y obras de arte fuiste elaborando analogías, tal vez
pudiste encontrar sentidos, como decíamos al incio. Algunos de ellos son que
hace mucho que la humanidad tiene médicos y científicos que tratan de encontrar
soluciones. Que estamos más vinculados e igualados de lo que nos parece. Que se
puede sobrevivir a las pestes. Que es mejor ayudarse. Que tener miedo es
humano.
¡Invitación abierta a compartir en los comentarios los sentidos que has encontrado! Sentidos que te invitamos a que sean positivos, respetuosos, haciendo foco en la vida.
EXCELENTE HISTORIA DE LA HUMANIDAD,Y TODAS SUS RESEÑAS,PARA PROBAR EL TRAGO,HABRA Q ESPERAR Q TERMINE LA CUARENTENA.SOLO TENGO VINO,CHAMP,PARACETAMOL,AMOXICILIA Y ANTINFLAMATORIOS,PERO NO ME GUSTARIA HACER EJERCICIO ILEGAL DE LA COCTELERIA.GRACIAS!
ResponderEliminarEstimo que como aficionada a los elixires podrás hacerlo.
Eliminarese si que es el verdadero cóctel explosivo!
EliminarExcelente!!!! Quiero más!!!!! Felicitaciones 🤩
ResponderEliminarDelicioso bocadillo de historia. Me resta probar el trago! Excelente chicas!
ResponderEliminarExcelente.Felicitaciones a la vieja de la historia y a la chica de los tragos.Me a maravillado la danza de la muerte,a pesar que es macabra, tal vez porque desconocía ése dato.Las quiero a las dos.
ResponderEliminarGracias!
EliminarFascinante. Me encanta esta manera de aprender historia. Seguramente esta nueva generación se los va a agradecer. Y las no tan nueva la disfrutamos 🥂
ResponderEliminarGracias, Claudia! : )
EliminarExcelente como se conjugan aquí las disciplinas del conocimiento como la geografía, la historia, el arte en una sola que nos implica y nos sacude porque es y ha sido sido la historia de nuestra humanidad. Me conmovió profundamente la contemplación de El triunfo de la muerte...
ResponderEliminarGracias por tu comentario. Y por tu profunda lectura.
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